L'Olympia
- Beatriz Galiano
- 9 mar 2019
- 1 Min. de lectura
Mañana, en el Olympia de París, Raphael canta. Raphael vuelve, que es la mejor manera de empezar que siempre tiene Raphael. De tantos años como han pasado desde la primera vez, de tantos años sólo hace un rato. Esto de vivir es así: un suspiro. Pero un suspiro ante Raphael es mucho aire, un aliento capaz de la respiración más intensa. Y entre el ayer y el hoy de aquella noche de la leyenda del Olympia, quedó siempre el puente de este apretón de besos y emociones de su padre en el camerino. Cada vez que se ha recordado aquella noche, aquella otra gran noche bajo el cielo de París de la Piaf, ha surgido como de la mejor escena de la vida -más si cabe que del escenario- esta foto que ahora evoco e interpreto. Es una imagen donde cabe entera una biografía: la del artista español que empezó a no tener fronteras. Quizás lloró su padre cuando mirando atrás hacia las viejas y humildes habitaciones de las que venían, cayó en la cuenta de que el mundo entero sería de su hijo.
Beatriz Galiano

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